El pesimismo de mi poesía
radica en que aún tomo pastillas
para la desesperación y el hambre
y todavía pienso
en lo negro del suelo
cuando lo veo
siempre cargando con la culpa
de ser uno mismo
frente al mundo cojo,
desprovisto de esperanza.
Hoy me he visto de pie
y ayer desnudo observándote
y observándonos heridos
de esta guerra
de vivir día a día
sin saber cuándo ni cómo
llegará el deceso definitivo
aquel que nos quiebre
la voluntad forjada a palos.
Porque todos los días
nos han matado;
el estrés, la falta de plata,
el tiempo y el tiempo para los amigos,
para nosotros y para nadie,
el desconsuelo, la inacción y
el desconsuelo desde que nacimos.
Pero para hablarnos,
para amarnos y tocarnos
y hacer el amor
tuvimos que elevar la poesía
a una categoría más profunda
que lo bueno y lo malo
algo que ni siquiera un dios manchado
sospecharía.
Algo que sólo el cuerpo
supo inventar
lejos de toda la masacre
del mundo.
martes, junio 19, 2007
lunes, junio 11, 2007
El dominio del cielo
No existe infierno en algún sitio. El cielo no es más que varios pedazos de gases manchados, en donde viven nubes también de gas y agua.
El dominio del cielo lo tiene uno sólo, llámasele como se quiera: Dios, Alá, conchetumadre, etcétera. Los musulmanes creen que el diablo es Bush; los estadounidenses creen que Dios es el petróleo y todo a lo que se le pueda sacar provecho. Y entre tantas disputas, por razones tan prescindibles, nosotros nos quedamos desprovistos de fe, y nos cuesta tanto, tanto construir en este territorio hostil creaciones "distintas" y ,el mantenerlas en pie, se hace casi oculto y en todo ámbito riesgoso, pero en realidad qué importa sobrevivir en este mundo, qué nos queda más que comer las sobras de Dios y de los hombres que mataron en su nombre para justificar sus actos. A nadie le falta Dios, porque ha muerto.
Porque el Dios de la infancia, que cualquier niño pudo haber creído en él por no tener discernimiento, se derrumbó cuando crecimos un poco y el infierno se hizo visible, patente y sublime en su forma de denominarse, porque luego algunos de nuestros padres, no todos, dirían: "así es la vida, es lo que nos toca vivir y hay que asumirlo". Error de acostumbrarse a vivir de las sobras del Diablo, porque ese no ha muerto, sólo mutó en unos cuantos empresarios capitalistas que guardan en sus refrigeradores los platos de comida que miles de niños necesitaron hoy y que su causa de muerte fue por falta de éstos.
El infierno no existe en ningún sitio: está en todos nosotros, porque Dios así lo quiso y Dios ha muerto, pero dejó su economía neoliberal en la mente de millones de hombres que callaron su deseperación gracias a la "solidaridad" -otra artimaña para mantener a la gente subordinada- en esta cárcel llamada Chile, Mundo, o como quiera llamársele.
"El dominio del cielo está en manos de los buenos y justos"
El dominio del cielo lo tiene uno sólo, llámasele como se quiera: Dios, Alá, conchetumadre, etcétera. Los musulmanes creen que el diablo es Bush; los estadounidenses creen que Dios es el petróleo y todo a lo que se le pueda sacar provecho. Y entre tantas disputas, por razones tan prescindibles, nosotros nos quedamos desprovistos de fe, y nos cuesta tanto, tanto construir en este territorio hostil creaciones "distintas" y ,el mantenerlas en pie, se hace casi oculto y en todo ámbito riesgoso, pero en realidad qué importa sobrevivir en este mundo, qué nos queda más que comer las sobras de Dios y de los hombres que mataron en su nombre para justificar sus actos. A nadie le falta Dios, porque ha muerto.
Porque el Dios de la infancia, que cualquier niño pudo haber creído en él por no tener discernimiento, se derrumbó cuando crecimos un poco y el infierno se hizo visible, patente y sublime en su forma de denominarse, porque luego algunos de nuestros padres, no todos, dirían: "así es la vida, es lo que nos toca vivir y hay que asumirlo". Error de acostumbrarse a vivir de las sobras del Diablo, porque ese no ha muerto, sólo mutó en unos cuantos empresarios capitalistas que guardan en sus refrigeradores los platos de comida que miles de niños necesitaron hoy y que su causa de muerte fue por falta de éstos.
El infierno no existe en ningún sitio: está en todos nosotros, porque Dios así lo quiso y Dios ha muerto, pero dejó su economía neoliberal en la mente de millones de hombres que callaron su deseperación gracias a la "solidaridad" -otra artimaña para mantener a la gente subordinada- en esta cárcel llamada Chile, Mundo, o como quiera llamársele.
"El dominio del cielo está en manos de los buenos y justos"
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