No existe infierno en algún sitio. El cielo no es más que varios pedazos de gases manchados, en donde viven nubes también de gas y agua.
El dominio del cielo lo tiene uno sólo, llámasele como se quiera: Dios, Alá, conchetumadre, etcétera. Los musulmanes creen que el diablo es Bush; los estadounidenses creen que Dios es el petróleo y todo a lo que se le pueda sacar provecho. Y entre tantas disputas, por razones tan prescindibles, nosotros nos quedamos desprovistos de fe, y nos cuesta tanto, tanto construir en este territorio hostil creaciones "distintas" y ,el mantenerlas en pie, se hace casi oculto y en todo ámbito riesgoso, pero en realidad qué importa sobrevivir en este mundo, qué nos queda más que comer las sobras de Dios y de los hombres que mataron en su nombre para justificar sus actos. A nadie le falta Dios, porque ha muerto.
Porque el Dios de la infancia, que cualquier niño pudo haber creído en él por no tener discernimiento, se derrumbó cuando crecimos un poco y el infierno se hizo visible, patente y sublime en su forma de denominarse, porque luego algunos de nuestros padres, no todos, dirían: "así es la vida, es lo que nos toca vivir y hay que asumirlo". Error de acostumbrarse a vivir de las sobras del Diablo, porque ese no ha muerto, sólo mutó en unos cuantos empresarios capitalistas que guardan en sus refrigeradores los platos de comida que miles de niños necesitaron hoy y que su causa de muerte fue por falta de éstos.
El infierno no existe en ningún sitio: está en todos nosotros, porque Dios así lo quiso y Dios ha muerto, pero dejó su economía neoliberal en la mente de millones de hombres que callaron su deseperación gracias a la "solidaridad" -otra artimaña para mantener a la gente subordinada- en esta cárcel llamada Chile, Mundo, o como quiera llamársele.
"El dominio del cielo está en manos de los buenos y justos"
lunes, junio 11, 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)

2 comentarios:
...justo cuando supe que él venía, me habían quitado la fe con un golpe en el cuello. Ahora ya no puedo mirar más hacia arriba ni hacia mi cielo...
¿será que con las crueles palabras que lancé a quien me lo quitó todo, habré dejado de ser justa?
Pero el territorio de los buenos y justos es territorio infertil; no existe espacio para otra verdad que la supuesta por los hombres que se consideran los "correctos".
El dejar de ser justos es dar espacio al mundo, al humano de darse su propio significado de existencia. Qué importa ser justo; lo importante es seguir directo adelante, creando y rehaciendo y haciendo este mundo un poco más habitables, aunque día a día algo de él nos destroce y nos corte las alas que a palos emprendieron vuelo.
Suerte Clau clau.
Publicar un comentario