Estoy tan cerca de tocarte
y mira qué fácil parece
-cada palabra-
como si la vida fuese pulsar
un timbre
muro y encuadre de madera.
Tan fácil parecer
que falsamente el ratón
del fondo mohoso
creerá: esto es más de lo mismo.
Y mira cómo de pronto
me pierdo entre atajos
que no debo sortear.
¿Donde pierdo tu ausencia?
Si no la encuentro
por rescatarla
volcaría el aire
clavando la daga
en el centro
de un poema.
Pero es cierta la insistencia: Tenemos Nerudas,
Lihnes y Benedettianos por doquier
Pero a ti lo simple no te atrapa
Porque eres cautiva de tu propia libertad
un ave más que retórica
-el ojo robado de mi creación-
silueta manchada por dedos de miel y canela
Eres la antonomasia de todo este rodeo de palabras.
Tal vez porque este espacio tiene características de mayor "intimidad" comentaré un poco sobre este -último texto escrito por mi autoría-, cosa que no hago habitualmente, pero creo que este poema amérita comentario.
Muchas veces escribo para dejar constancia, marcas o pequeños destellos de una intuición que no tiene explicación a través de palabras, simplemente es, vive y convive en mí. Entonces pasan los días y me voy encontrando conmigo mismo en esos textos y una expresión se viene en el momento, indescriptible quizás, pero que deja claro que la poesía va dos o tres pasos adelante de los míos.
Suena la sirena de las 12 p.m., en un día soleado y sin soles.
martes, agosto 22, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)

No hay comentarios.:
Publicar un comentario